Eleanor & Park.

lunes, 24 de agosto de 2015

"Quieto". 

"Respira". 

He debido de repetirme eso trece millones quinientas mil ciento veintisiete veces estos últimos 8 meses, que se dice casi sin tartamudear. Y eso solo cuando estoy completamente lejos de las ganas de arrancar el Impala y marcharme tan lejos como su rastro de greñas de fuego. Por ello muchas cartas que trituro no pasan del "Querida Eleanor...", y otras estoy seguro de que han llegado a su buzón, bueno, al buzón de sus tíos, al buzón que ella eligió tiempo atrás. 

Es cierto que el recorrido en bus nunca ha vuelto a ser lo mismo, pero al menos nadie me ha preguntado por ella, incluso mis padres han dejado de intentarlo. Al principio sentía que tenía que existir una fórmula que arreglara este caos. Que nos dejara volver a ser nosotros mismos. Juntos. Inconfundibles. Pero he de reconocer que la vida nunca me había asegurado que un par de cómics y cassettes lo harían posible. Par de besos, par de puñetazos, par de insultos. Caos. 

He decidido que no voy a seguir escribiendo cartas. El cartero me lo hace imposible cuando es incapaz de traer un sobre con mi nombre. Si algún día sus pecas llaman a mi puerta, les dejaré pasar. Porque ella sabe dónde la espero cada día (encima de una cama que siempre tuvo miedo a tocar). 

Esperar es imposible que deje de hacerlo, no sé si a ella o a otra persona. Porque, al fin y al cabo, "Bono conoció a la que sería su mujer en el instituto", ¿no? 

By WO Designs. Con la tecnología de Blogger.